Existe mayor incidencia de depresión y otros disturbios psicosomáticos en festividades como la Navidad, Año Nuevo y fines de semana largos.

Consultas de “línea roja” ocurren seis veces más, según resultados de investigaciones de Cova y Pribyl en Chicago. La mayor exacerbación de los síntomas ocurre los domingos en la madrugada y de 2 a 4 a. m. en días de semana, llamadas “horas del suicida”.

No se ha encontrado la misma tendencia sobre las crisis emocionales cuando hay luna llena. Sin embargo, recuerdo que trabajaba en la consulta psiquiátrica de un importante instituto y en una noche de luna llena en que hacía guardia le pregunté a un enfermero si era cierto que los pacientes se alborotaban con Selene, la diosa lunar griega. Para mi sorpresa, me confesó que sí, que por esa razón en la clínica le aplicaban a los excesivamente inquietos una inyección preventiva que llamaban “la polaca” (por la nacionalidad del psiquiatra inventor), la cual les producía molestia en las piernas al levantarse. Luego lo confirmé con otros médicos, quienes me explicaron que era porque la clínica funcionaba a puertas abiertas y los pacientes hospitalizados corrían el riesgo de escaparse.

Una persona con depresión navideña, o simplemente melancolía o tristeza, puede sentir disonancia entre sus sentimientos y lo que el ambiente le exige, como ir de compras, escoger regalos, sobrexposición a la familia, socializar. Es época de introspección, se recuerda a los ausentes, aumentan los pensamientos negativos y se evalúan logros. Por eso, la Navidad es una época ansiógena y estresante.

Por un lado, hay quienes tratan de escapar de sus emociones ingiriendo bebidas alcohólicas – propiciado en esta época – ocultando los recuerdos tristes, viajando o distanciándose de
la situación. Por otro, hay quienes las afrontan expresando sus sentimientos, quejándose acerca de la situación o incluso logrando disfrutar esta época, enfocándose en lo positivo.

En los países con estaciones marcadas se presenta la depresión navideña invernal y una de sus características es el consumo de más alimentos con alto contenido de azúcar y chocolate, porque estos elevan los niveles de bioquímicos cerebrales que regulan el estado de ánimo. Esta dolencia puede mejorar con la exposición a una luz intensa artificial o aprovechando algunos minutos a pleno sol.
En vez de aumentar el consumo de carbohidratos o medicinas, lo que más puede ayudar a una persona con depresión navideña es buscar ayuda profesional, rodearse de personas que le infundan el deseo de vivir con propósito, reírse de sí mismos, compartir afecto, pensar en positivo, meditar, mejorar sus circuitos de energía.
En vez de eludir las festividades, las crisis quizás exacerbadas por la luna llena del 11 de diciembre o el 12 de enero, no tomemos decisiones en estas fechas ni nos propongamos grandes cambios. Es preferible aprovechar lo positivo que podamos tener y esperar a que pase esta difícil época. Mientras tanto decir con alegría ¡Feliz Año Nuevo! y hacer augurios por un venturoso y esperanzador futuro.
Elizabeth Valarino.
Doctora en Psicología Clínica.
Profesora Titular USB, UCV.
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Fuente: Curadas.com Disponible en: https://curadas.com/2019/12/26/depresion-navidena/