La soledad es un sentimiento muy fuerte, la vemos a diario en padres o abuelos que han quedado solos, forzados por la migración de familiares o por el aislamiento que requiere la pandemia de COVID19.

Se afirma que es un problema de salud pública a nivel internacional, considerado tan importante en Japón, que nombraron un Ministro para la soledad, debido a su alta tasa de suicidios. Igualmente ha ocurrido en el Reino Unido.

La soledad incrementa el riesgo de mortalidad y disminuye la buena salud mental, porque aumenta la frecuencia de sentimientos de ansiedad, tristeza y miedo, llegando a veces a instaurarse la depresión y deseos de morir, con sus consecuentes biológicos negativos para las enfermedades crónicas. 

Investigaciones recientes, publicadas en la revista científica Jama Psychiatry sugieren utilizar recursos tecnológicos para hacer contacto con las personas aisladas, especialmente los mayores. La más simple y accesible es una llamada telefónica o programa continuo conducido por personas entrenadas. También resulta efectivo un sistema de amigos por correspondencia, debiendo igualmente estimularse pequeños actos de benevolencia de parte de los vecinos. Todos ellos disminuyen la posibilidad del sentimiento de soledad y aislamiento.  

Estas conversaciones deben estar llenas de empatía y comprensión hacia la persona, hacer preguntas abiertas, seguirles el hilo y generar confianza. Inicia tu propio sistema de ayuda a los familiares o amigos que puedas o solicita que un psicólogo o persona formada para hacerlo pueda ayudar…a tiempo.

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